Hubo un tiempo en que todo valía con tal de favorecer al tráfico privado, incluso metiéndole por las angostas calles del centro de la ciudad. Quizás por esa razón las aceras fueron tan estrechas y los viales tan anchos.
Pero fue el transcurrir del tiempo el que hizo cambiar las tornas; el tráfico rodado privado se multiplicó y con ello la polución. Siendo así, hubo que analizar el tema a fondo y tomar medidas para reconducir esa torpe visión de la movilidad para con los cascos urbanos.
Lo planteado no es un parecer. Hay razones obvias que procede recordar. Valladolid tiene más de 150.000 vehículos y solo unos 10.000 pueden ser acogidos en la almendra de la ciudad. Por eso lo prudente fue repartir los espacios públicos de un modo racional para vehículos, peatones, bicis,… Para resolverlo en todas las ciudades se implantó la ORA, un mecanismo que regula los tiempos de los estacionamientos. Fue esa la lógica y no la de recaudar, la que lo motivó. Lo sentimos por los que vociferan lo contrario.
Tras ello se acometieron otras medidas como la de ensanchar las aceras, la peatonalización de calles, los caminos escolares, la de dar prioridad al bus y a la bici con carriles específicos y, últimamente, estableciendo el área de zonas de bajas emisiones.
Todo lo dicho es respuesta dada porque la tozuda realidad lo impone; no podemos cerrar los ojos y manifestar sin rubor que el cambio climático es una invención como algunos proclaman. Circular en coche privado por el centro de las ciudades es un lujo que no podemos permitirnos hoy
Toda esta reflexión está motivada por los datos que ofrece la foto que se incluye en este texto.
Por todos es sabido que uno de los carriles de vehículos del Paseo de Isabel la católica, sentido sur, se transformó en carril bici. Cierto que se cometió un grave error porque en su momento esta avenida, se colapsó de vehículos, pero también es cierto que la solución aportada, separando el carril bici en su último tramo, resolvió el problema al igual que en Miguel Iscar, anulando el carril-bus preferencial.
Por recordar, con qué energía exteriorizaran su contrariedad quienes proclamaban que había llegado el caos a la ciudad, que se estaba criminalizando el coche; amén de una sarta de exabruptos que vaticinaban cataclismos. ¿Dónde están ahora los que a ello se opusieron con tanta vehemencia? Han desaparecido porque su presagio no se sustentaba y la hecatombe nunca sucedió.
La sensatez, virtud de los virtuosos, con el devenir del tiempo es quien ha puesto en evidencia las proclamas torticeras de algunos “videntes” mayoritariamente políticos.
Y como muestra, para evidenciar a quienes decían no entender que se pusiera el citado carril bici en Isabel la Católica porque solo lo usarían “cuatro pelagatos” acarreando un gran perjuicio al tráfico privado, solo reproducir lo que le dijo D. Quijote a su escudero: Sancho, donde hay obras, sobran las palabras.
Y eso es lo sucedido por increíble o inverosímil que parezca, pero la prueba del algodón es irrefutable. Conforme se aprecia en la foto que reproducimos tomada del dispositivo contador de bicis dispuesto por el Ayuntamiento, casi 300.000 bicicletas han discurrido por Isabel la Católica durante el año 2022, o si se quiere unos 800 trayectos en bici cada día. Y además se han reducido 7.000 vehículos en ese entorno tan céntrico con lo que ello supone para la contaminación.
Quien tenga oídos que lo entienda. Por lo que ante esta evidencia, algo tendrán que decir los apocalípticos o que callen para siempre. Qué vergüenza, qué sonrojo el suyo.